miércoles, septiembre 10, 2008

un ex alumno mío, gabo, me invitó a participar en una conferencia sobre música y literatura en la feria del libro politécnico. preparè mi txt para ése día, el sábado pasado para ser exactos, acá les dejó lo q leí ése día.


La interacción entre música y literatura es bastísima, obras literarias adaptadas a piezas musicales fue moneda corriente en la composición de óperas, pero al mismo tiempo piezas musicales han servido como eje en la creación de letra impresa, basta mencionar que durante el siglo pasado nació junto con el quehacer periodístico, el género de la reseña. Sin embargo quiero referirme a escritores de ciencia ficción radical y dentro de un momento en particular de la música contemporánea, el postpunk. Suele ubicársele en la gran bretaña entre 1978 y 1982. Después del cisma provocado por la revolución punk del do it yourself, quedaba claro que luego de menos de año y medio, la revolución se acartonaba a ritmo de 3 acordes y reclamos cada vez menos y menos inteligentes acerca de la situación sociopolítica que desembocaría en 10 años de gobierno torie. A diferencia de su contraparte neoyorkina, la no wave, el punk carecía de ésa vena intrínseca que los neo yorkinos volcaban hacia la poesía yonky y maltrecha, tradición que nació extrañamente por el gusto a dylan thomas por parte de los 4 tipos vestidos de cuero que llamados velvet underground en honor a una novela sadomasoquista, quienes dieran el banderazo de salida a un NY que no entendería los movimientos musicales de avanzada sin el respaldo de la literatura, bueno, a excepción de los Ramones, y fueron justo ellos el modelo a seguir por parte de los británicos. Así que no es de extrañar, que el punk británico tuviése ése sentido ramplón y condescendiente tan ramoniano. Bueno esto sólo fue en un principio, si parecía una cuestión punk el atreverse a tocar aún sin ser capaz de articular coherentemente las ideas propias ni en letras, ni melódicamente, ello se vio como un valor intrínseco del nuevo movimiento. Se veía como una cuestión de honestidad, de mostrar que no se era un virtuoso acartonado como la generación que directamente les precedía, así se puso en marcha la maquinaria punk que habría de sacudir y de funcionar de revulsivo a la industria disquera, pero hasta allí con ello. Sin duda lo más interesante estará por venir al incorporar a ése sentido de la DIY, a ése tornado energético, elementos mucho más interesantes que el reclamo social a bocajarro, palabrotas incluidas. Y sin duda la incorporación de los estudiantes de artes, letras y otros autodidactas a la música popular funcionó para crear el que hasta el momento es considerado como el período más fértil dentro de la historia de la música popular, el post punk.

La renovación temática, ideológica, lo político es personal y lo personal es político, la renovación de la mano del saqueo sistemático a las tendencias ideológicas y artísticas del siglo XX, del surrealismo y dada, a fluxus. A la recuperación de aquellos que les precedieron y que sin duda habían encontrado las palabras justas en circunstancias revoltosas y caóticas justo como las que ellos vivían en ése momento. Los letristas absorbieron la ciencia ficción radical de Burroughs, Ballard y Philip Dick, las técnicas de collage y cut-up fueron trasladadas a la música, Escritores que habrían de reventar nuestra concepción de la belleza, de aquello que la humanidad es, escritores que fueron pieza clave, quizá podrían sumar a Burguess, yo prefiero no hacerlo.

letristas como –Ian Curtis de Joy Division, Howard Devoto de Magazine, Paul Haig de Josef K- habían avanzado hacia los malestares sombríos y las angustias paralizantes de Dostoevsky, Kafka, Conrad y Beckett. Sus canciones eran como mini-novelas de tres minutos que abordaban los dilemas existencialistas clásicos: la lucha y la agonía de tener un “yo”; el amor contra el aislamiento; lo absurdo de la existencia; la capacidad humana para la perversión y el rencor.


así es posible seguir la pista de éstos escritores dentro de la música de Throbbing gristle, gang of four, joy division, the fall, wire. Quienes recreaban atmósferas lo suficientemente asfixiantes y hermosas que replanteaban del todo el sentido de la revolución punk que les precedía. Si el punk tenía la energía situacionista, simplemente era tiempo de agregarle un discurso mucho más ambicioso e inteligente, y en parte se logró al integrar la visión de éstos dos escritores dentro de los discursos musicales de la época.

Hablemos en particular de la conexión burroughs – música industrial, para genesis p orridge, líder y fundador de throbbing gristle, la música era sólo un vehículo de provocación, heredero del movimiento fluxus, y el ritualismo sangriento de los performance del accionismo vienés, genésis es a menudo catalogado como el personaje más intelectualizado de aquella escena musical inglesa. Sostenía relaciones vía postal igual con performanceros austriacos, contemporáneos suyos como mark e. smith (el gran autodidacta detrás de ése pedazo de banda llamado the fall) ò con ian curtis, así mismo con escritores de la talla de William Burroughs. Fue justamente ésa relación postal la que habría de derivar en una serie de discos de culto hoy en día. Genesis junto con el resto del clan throbbing gristle, habrían de fundar la primera disquera independiente de la historia contemporánea, industrial records. Concebida como una vía de impresión terrorista, un sabotaje al sistema discográfico y a la sociedad en general. En industrial records solo tendrían cabida proyectos arriesgados, que contribuyeran al sabotaje cultural, obvio los throbbing habrían de autoeditarse allí, pero también proyectos afines que rondaban la música industrial, y quién fuese influencia temática, estructural, influencia definitiva en ésa naciente escena industrial y en sus herederas, el propio Burroughs. Genesis le convenció de grabar un relato, y posteriormente editarlo bajo los principios básicos del cut up, y paste in, ejes de gran parte de la literatura burroughsiana. Así nace "Nothing Here Now But The Recordings" la primera incursión de old bill en el mundo discográfico, la primera de muchísimas, q le llevarían a colaborar mezclando su spoken word, con las artes sonoras de gente como gus van sant, kurt cobain o ministry. Sin duda como obra sonora, la que llevo a cabo con gus van sant es la más completa, basándose en un texto llamado elvis of letters, crearon un disco homónimo, plagado de cacofonías, de efectos siniestros sobre un dub fantasmal, ad hoc con el texto que habla sobre un elvis olvidado en el medio oeste, perdido entre películas pornográficas que se incendian en tonos sepias.

El post punk constituyó un acceso muy distinto que el NY beatnik para la obra de bill burroughs, lo acercó y porque no decirlo?, lo mitifico aún más.

En el caso de la influencia ejercida por la clásica trilogía de J. G. Ballard de los ´70: Crash, La isla de cemento y Rascacielos. Asimismo, sus cuentos anteriores y novelas de cataclismos conjuran una inquietante belleza inhumana, con sus paisajes desolados: pistas de aterrizaje abandonadas, pantanos resecos, ciudades desiertas. En las entrevistas, Ballard hablaba de “la magia y la poesía que uno siente cuando mira una chatarrería llena de lavarropas viejos o autos destrozados, o un barco antiguo pudriéndose en un puerto en desuso... Una magia y un misterio enormes rodean a este tipo de objetos.” Pere Ubu y Joy Division compusieron música que capturó la particular belleza ballardiana de sus ciudades de origen. Una música configurada a partir de la experiencia de vivir en Cleveland o Manchester en los ´70 pero a la vez imposible de reducir por completo a un tiempo y un espacio determinados. Un sonido situado en la frontera entre cierta especificidad histórico-geográfica y anhelos y temores intemporales y universales.


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