dios se hizo pipí, pues también fué chico

Àlvaro y samantha


gustaban de ir a conciertos, de oir discos en vinil, de mandarse besos electrónicos
de decirse que estaban enamorados a kilòmetros de distancia,
de viajar en landspeeders descontrolados cuando estaban juntos.

se conocieron veintitantos días antes del cumpleaños de ella
a èl le encantaban los sweteres de color negro,
ella tenía en la mente fiordos interminables,
el amaba el pop
y con el paso del tiempo
ella lo amo a èl.
Álvaro tenía un mundo de dealers y cocktailes en la mente
ella de materias preparatorianas, amores a escondidas, besos detrás del patio, y resentimientos familiares

àlvaro nunca le contó que manejo un volkswagen destartalado hasta guerrero para comprarle un boleto a ella,
ella nunca le contó sobre sus paseos los domingos por la tarde

èl sabía todas las constelaciones
ella el peso atómico del radio
èl siempre tuvo un extraño en si,
ella siempre quizó bailar la última pieza con èl, pero nunca le encontró

èl le propuso matrimonio un día, en el cumpleaños 19 de su hermana menor
ella acepto y luego èl rechazo

éran como constelaciones que respiraban
adentro, afuera, aquí, allá, ahora, mañana, adentro, allá,
se alejaban y se acercaban,

erán como telefonía, como azar, cómo canciones oxidadas
rechinaban a cada paso y a cada paso se amaban más

erán como constelaciones que respiraban
adentro, afuera, aquí, allá, ahora, mañana, adentro, allá

èl leía poesía contemporánea rusa
ella national geographic,

èl decía ye, ye, ye, ye, ella, se cansó de esperarle

erán como constelaciones, y no pudieron evitar la ley de campos magnéticos


Ella lo amo desde el primer momento en q lo conocio, aún lo ama
El la conquisto con la primer palabra; se enamoraron con ese disco trabado en asa de carlos.
Alvaro y samantha eran una mezcla racémica y no pudieron evitar anularse entre ellos  


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