jueves, enero 16, 2003
POR MÍ SE PUEDEN IR A CHINGAR SU PUTÍSIMA MADRE
Los escritores iberoamericanos generalmente gustan de
ocultar la manera en que crean un texto. Incluso bajo
el término "crear" se adjudican un rol divino. (Para
quien dude esto lea al chileno megalomaníaco Vicente
Huidobro, que versaba que un poeta era "un pequeño
dios". ¿No buscaría decir más bien un pequeño odioso?
¿Se tratará de una errata? ¿O, peor aún, no es un
escritor, acaso, un pequeño oso?).
(Si sospechas que en tu familia puede nacer un
escritor, abórtalo).
(En San Ysidro hay clínicas donde esto no te costaría
más de 300 dólares). (Si te interesa esta información,
escríbeme a mi e-mail).
Los escritores iberoamericanos son románticos. Les
fascina romantizar el acto "creativo". Pero un texto
no se crea, se produce. Se manufactura. Un texto se
construye de la misma manera que se construye una casa
o se prepara tal y como se prepara la sardina.
Pero los escritores suelen idealizar y callar acerca
de su oficio para mantenerlo oculto a los ojos
"vulgares". Quieren que los admiren y los respeten y
los consideren autoridades y sean citados. A los
escritores los vuelve locos que otros varones los
halaguen o incluso los ataquen.
Son una bola de impotentes en busca de poder. Yo los
conozco y son patéticos. Nunca he conocido un grupo
más inseguro.
Son homosexuales de clóset o heterosexuales
reprimidos. Sí, no me equivoqué: los escritores son
heteros reprimidos. No quieren aceptar su
heterosexualidad. Incluso ello les cuesta trabajo.
Yo de hecho cuando tenía inseguridades psicológicas y
físicas me consideraba un escritor. Pero desde que
estoy feliz, ya sólo me considero un bloguero, u
emailero o un grafomaníaco. Escribo porque soy un
vividor y porque escribir le gusta a las mujeres
inteligentes y porque a veces gano dinero con eso y
porque escribir me divierte tremendamente y gracias a
escribir viajo y conozco otras ciudades y porque
escribir es sencillamente apasionante.
Escribir es lo que hago cuando no tengo dinero para
comprar cerveza o mariguana pero aún así quiero estar
embriagado.
Escribir es lo que hago cuando tengo dinero para
comprar cerveza ymariguana y quiero aumentar el placer
más, aún más todavía.
Los escritores quieren mantener en secreto y dentro de
un aura de misterio el oficio literario. Por eso no
les agrada teorizar o "justificar" sus textos, porque
quieren ser considerados sacerdotes o iniciados.
Tal y como los magos no revelan sus trucos, los
escritores de nuestras culturas se compartan de manera
similar.
Por eso los detesto. Son charlatanes.
Se aprietan.
Escribir es un acto cuyo mecanismo puede ser descrito.
Escribir tiene métodos, trucos, recetas, mecanismos,
recomendaciones, estructuras, juegos. Escribir es
cuestión de saber jugar con una serie de posibilidades
verbales e ideológicas concretas.
Si me pagan un poco o es una amistad, yo podría
"enseñarle" a "escribir" a cualquiera. Yo he trabajado
de mesero, office boy, agente de viajes, ensamblador y
operador de la maquiladora, profesor de filosofía y
formador de libros y puedo asegurarles que escribir es
más fácil que todos esos otros oficios.
Así que la siguiente ocasión que un escritor se niegue
a "revelar" qué significa uno de sus textos, cómo lo
hizo, qué cree de la poesía, la literatura o el texto,
habrá que decirle que está tratando de hacer que lo
consideremos un ser misterioso. Vaya truco de
seducción más pueril.
Por cierto, para la misma mistagogia es que utilizan
las poses. Poses tales como fumar o dar una
conferencia.
Escribir es un acto mecánico. No hay ningún misterio
en ello.
El Gran Secreto que la Literatura ha querido conservar
oculto es precisamente que cualquiera puede aprender a
escribir bien.
Cualquiera. Inclusive yo lo hice. Y quien me lee,
seguramente también.
Así que a la chingada con los literatos.
Hay que tratar a los literatos tal y como debemos
tratar a los norteamericanos. Hay que estudiarlos
concienzudamente, de manera profunda y radical. Hay
que aprender de sus textos, pero sólo para luego, lo
más pronto posible, deshabilitar su poder ilegal y
reírse interminablemente de ellos.
http://hypez.blogspot.com
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Los escritores iberoamericanos generalmente gustan de
ocultar la manera en que crean un texto. Incluso bajo
el término "crear" se adjudican un rol divino. (Para
quien dude esto lea al chileno megalomaníaco Vicente
Huidobro, que versaba que un poeta era "un pequeño
dios". ¿No buscaría decir más bien un pequeño odioso?
¿Se tratará de una errata? ¿O, peor aún, no es un
escritor, acaso, un pequeño oso?).
(Si sospechas que en tu familia puede nacer un
escritor, abórtalo).
(En San Ysidro hay clínicas donde esto no te costaría
más de 300 dólares). (Si te interesa esta información,
escríbeme a mi e-mail).
Los escritores iberoamericanos son románticos. Les
fascina romantizar el acto "creativo". Pero un texto
no se crea, se produce. Se manufactura. Un texto se
construye de la misma manera que se construye una casa
o se prepara tal y como se prepara la sardina.
Pero los escritores suelen idealizar y callar acerca
de su oficio para mantenerlo oculto a los ojos
"vulgares". Quieren que los admiren y los respeten y
los consideren autoridades y sean citados. A los
escritores los vuelve locos que otros varones los
halaguen o incluso los ataquen.
Son una bola de impotentes en busca de poder. Yo los
conozco y son patéticos. Nunca he conocido un grupo
más inseguro.
Son homosexuales de clóset o heterosexuales
reprimidos. Sí, no me equivoqué: los escritores son
heteros reprimidos. No quieren aceptar su
heterosexualidad. Incluso ello les cuesta trabajo.
Yo de hecho cuando tenía inseguridades psicológicas y
físicas me consideraba un escritor. Pero desde que
estoy feliz, ya sólo me considero un bloguero, u
emailero o un grafomaníaco. Escribo porque soy un
vividor y porque escribir le gusta a las mujeres
inteligentes y porque a veces gano dinero con eso y
porque escribir me divierte tremendamente y gracias a
escribir viajo y conozco otras ciudades y porque
escribir es sencillamente apasionante.
Escribir es lo que hago cuando no tengo dinero para
comprar cerveza o mariguana pero aún así quiero estar
embriagado.
Escribir es lo que hago cuando tengo dinero para
comprar cerveza ymariguana y quiero aumentar el placer
más, aún más todavía.
Los escritores quieren mantener en secreto y dentro de
un aura de misterio el oficio literario. Por eso no
les agrada teorizar o "justificar" sus textos, porque
quieren ser considerados sacerdotes o iniciados.
Tal y como los magos no revelan sus trucos, los
escritores de nuestras culturas se compartan de manera
similar.
Por eso los detesto. Son charlatanes.
Se aprietan.
Escribir es un acto cuyo mecanismo puede ser descrito.
Escribir tiene métodos, trucos, recetas, mecanismos,
recomendaciones, estructuras, juegos. Escribir es
cuestión de saber jugar con una serie de posibilidades
verbales e ideológicas concretas.
Si me pagan un poco o es una amistad, yo podría
"enseñarle" a "escribir" a cualquiera. Yo he trabajado
de mesero, office boy, agente de viajes, ensamblador y
operador de la maquiladora, profesor de filosofía y
formador de libros y puedo asegurarles que escribir es
más fácil que todos esos otros oficios.
Así que la siguiente ocasión que un escritor se niegue
a "revelar" qué significa uno de sus textos, cómo lo
hizo, qué cree de la poesía, la literatura o el texto,
habrá que decirle que está tratando de hacer que lo
consideremos un ser misterioso. Vaya truco de
seducción más pueril.
Por cierto, para la misma mistagogia es que utilizan
las poses. Poses tales como fumar o dar una
conferencia.
Escribir es un acto mecánico. No hay ningún misterio
en ello.
El Gran Secreto que la Literatura ha querido conservar
oculto es precisamente que cualquiera puede aprender a
escribir bien.
Cualquiera. Inclusive yo lo hice. Y quien me lee,
seguramente también.
Así que a la chingada con los literatos.
Hay que tratar a los literatos tal y como debemos
tratar a los norteamericanos. Hay que estudiarlos
concienzudamente, de manera profunda y radical. Hay
que aprender de sus textos, pero sólo para luego, lo
más pronto posible, deshabilitar su poder ilegal y
reírse interminablemente de ellos.
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