domingo, diciembre 29, 2002

Último viernes del año

No podía terminarse el año sin antes visitar la apestosa, igual de hedionda que siempre, de ruidosa y con una rockola que siempre están renovando, de admirarse, no?. Había quedado con Sifuentes de vernos allí para intercambiar algunos disquitos (que por cierto el que me dió de le tigre realmente esta chido), también quería entregarle unos libros suyos que ya tengo desde hace un chingo. Llegué tarde, porque antes tuve que pasar a casa de Roberto, tenemos un problema para terminar el pinche gnomito, así que como él no tiene quemador y necesitamos un archivo de su máquina, no quedo mas que ir por su disco duro. Para esto también llegué tarde a casa de Roberto (una cadena de retrasos, supongo). Antes me había lanzado a conocer a una chava con la que he platicado en la red y con la que quería y creía que se podía armar algo, mal indicio es que termines con alguien en un centro comercial, ya tuve mucho de eso cuando iba en la prepa. En fin, que cuando llegamos a la apestosa allí estaba el Sifuentes con el aspecto mas madreado que le he visto desde que le conozco, mucho rock n´roll desde Noviembre nos dijo. Roberto traía mala vibra, un perro lo intento morder cuando salíamos de su calle y en el Orizaba, despertó al Rambo y esté se encabrono tanto que se puso a dar puñetazos a su mochila, ni pedo por el rambo, pero que bueno porque así se alejó (mas allá de su característico hedor, tenía uno a mierda mas fuerte de lo común en él). Salímos del Orizaba y nos lanzamos a mostrarle a Gerardo nuestro nuevo “lugar de moda”, las pasarelas. Las pasarelas no las conoce ni Fadanelli, ja. Lo malo es que tampoco nosotros las conocemos tan bien, solo hemos estado allí como tantos otros que se paran en esa callecita cerca de la merced, a mirar como las putas caminan en círculos levantando clientes y las vergas de los mismos, acercándoseles y dándoles una probada de que podría pasar adentro. Adentro no es de un hotel, sino de una construcción en la que cada vez que abren la puerta se asoman tendederos, ropa colgada, un lavadero; Roberto cree que adentro deben ser grandes espacios divididos por sábanas, para entre medio de ellas situar catres para el planche, yo me reservo mi comentario, igual y no es así; tendré que entrar.
Time out en la segunda pasarela, todo había terminado allí cuando llegamos. Esta es la pasarela que a mi mas me late, escondida en un callejón en un callecita con una iglesia que da hacia circunvalación. En esta pasarela, puedes sentarte a tomarte unas chelas mientras pasan las “chicas”, en la segunda tienes que estar de pie sobre la banqueta y a lo mucho uno de esos vendedores de café y sandwiches puede acercarse por ahí. En la segunda es propicio para sentarse a mirar, a platicar mientras las mujeres frente a ti pasan y te dicen una y otra vez, “no vass?”, “no vass?”. La noche termino en el gnomito, en estas épocas allí no se puede beber, nos limitamos a un buen boing, yo seguía pensando en una mujer que me cobraba 180 por un normal y 100 mas con francesa, estaba guapa y por lo menos conmigo se había visto cariñosa.
Último viernes del año, Sifuentes nos paso acá en corto que se necesita para ser un buen escritor, las analogías, todo esto ya no sé ni porque salió, pero hablábamos de Pascal (H. Pascal el goliardo bonachón que a todas las ferias de libros lleva su maleta de plaquettes); Sifuentes dijó, ese wey es el panteón rococó (Pascal) y yo soy Beck. Roberto dijo que él entonces era la Natalia Lafourcade, yo solo me limite a reírme, a mi me hubiese gustado decir que yo sería Kelly Osbourne. Shut up!, yeah.



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