martes, octubre 22, 2002

como tenía ya un rato sin actualizar el blog, voy a clavar una historia, para q no se hable mal de mí. de q no renuevo mis contenidos (esa va por ti don doctor sánchez).

La cinta que traía dentro de mi walkman estaba siendo devorada por la cabeza magnética, el metro se sacudía espásticamente entre salto del agua y balderas; en realidad ya no tenía prisa por llegar a algún sitio. Hacía no mas de 2 días estaba por así decirlo, desempleado. Mire el reloj en mi muñeca, con su burbuja de cristal rayada y el extensible ennegrecido, 13:13. Salí del metro y cruce avenida chapultepec en dirección al estacionamiento que se encuentra a unos pasos del 18 y sus estudios televisivos. En la caseta del aparcadero trabaja un tipo que le debe dinero a mi madre, ocasionalmente paso por allí a cobrarle, quizá me pudiese dar algo.
El bussiness no dura mas que unos minutos. Ahora de nueva cuenta cruzo avenida chapultepec en dirección a la ciudadela, pero esta vez con un poco de dinero en la bolsa trasera de mi pantalón. Las avenidas se deslizaban perfectas como en una ciudad armable hot wheels, bajo un calor apagado con nubes de hollín y clorofluorocarbonos allá arriba.
Chacharée en los discos un buen rato, en un puesto y otro, me detuve mucho tiempo mirando acetatos, no habíam uchos y los pocos que allí estan dentro de sus cajas de cartón, no llamaban mucho mi atención. Una mujer se acerco al puesto cubierta por un halo de yellow jean de Versasce, un halo amarillo, si. No era bonita, de hecho podría decir que más bien desgarbada, muy delgada y de cabello lacio castaño claro, de tez blanca, ojos cafés opacos; vestía un pantalón de mezclilla azul que no alcanzaba a entallársele en el trasero, una blusa amarilla en la cual se marcaban un probable 32-a.
Volteó a mirarme y me pregunto si yo vendía los discos, mientras sus pequeños seños se movían, yo movía la cabeza en señal negativa, -pero creo que quien los vende es el tipo de la mata larga-, mientras decía esto, movía los ojos entorno a la dirección en la que se encontraba el supuesto dueño del puesto. –ah órale, gracias- respondió mientras levantaba el brazo derecho para llamar la atención del tipo con cabello largo que estaba sentado en una banca revisando discos, que seguramente le habrían traído unos minutos antes.
El tipo de inmediato se acerco hasta ella, -si?-, preguntaba el encargado saltando los ojos entremedio de una oleada de sudor, -oye estoy buscando una canción, mmm se llama summertime-, sonaba como si hubiese memorizado perfectamente que debía preguntar pero al estar allí, daba un toque de espontaneidad al detenerse un poco a “recordar” el encargo, yo estaba a un costado leyendo la contraportada de un LP de The rebels y que aparentemente tocaban surf- hully gully; -chale y no sabes quien la toca o en que ritmo es?- realmente el wey de los discos se veía desconcertado. –La verdad no, pero supongo que debe ser una canción ya medio viejita, porque venía en un disco de mi abuelo, tenía cha cha cha si no mal me acuerdo ese disco-, -hijole pues creo que de eso no tengo nada por ahora, pero pues igual date una vuelta en unos días, mira allí tengo más discos que no he ordenado-. –Bueno pues muchas gracias-, el tipo aquel regreso a sus discos apilados en la banca, ella siguió echando el ojo a un par de discos más, los dejo sobre la canasta, dio la vuelta y comenzó a caminar sobre la banqueta. Desde hacia un rato pensaba en decirle que yo tenía esa canción (e incluso varias versiones), muy probablemente me miraría, lo pensaría por un segundo y me diría –a que bien por ti-, y se iría. “Pero pues bueno no es mi pedo, si termina por hacer eso, pues ella se quedará sin la canción y pues yo, igual que antes, no hay pierde”.
Deje el disco de los rebels en su canasta y camine hacia la mujer de cabello castaño lacio,
-disculpa-, ella volteaba un poco sorprendida, -escuché que buscabas summertime, es una canción ya muy viejona y que tiene un montón de versiones, te algunas de ellas, te interesa?-, mientras hablaba ella se mantenía apoyada sobre su pierna izquierda (la tenía detrás de la otra pierna y no se porque razón eso me hacía pensar en flamingos); -si, si me interesa, pero esas versiones en que las tienes?, en acetato?- , -tengo una en acetato, y las demás en mp3s-, -mp3s?-, -si ya sabes ese formato que comprime la música en archivos mucho más pequeños, no tienes computadora?-, -mmm si pero no la uso mucho-, -bueno no te preocupes puedo quemar un cd para formato de audio en cualquier reproductor de cd-; por momentos notaba que no entendía muy bien todo lo que decía, pero a la mayoría de las cosas que decía, las afirmaba con la cabeza. –todo eso esta muy bien, pero necesito ese disco pronto-, quería preguntarle exactamente a que se refería con ese “pronto”, pero preferí no hacerlo, sentía que comenzaba a desesperarse, hasta el momento sobre ella tenía unas cuantas impresiones, se veía un tanto frágil, era un poco desesperada y quizá fuese también desesperante.
-pues si quieres ahora mismo podríamos ir por esas versiones en mp3s, las grabamos en un cd y listo, que te parece?-, me hubiese gustado saber que pensaba, porque no se que tanto fue mi propia imaginación la que me hizo ver en ella una mirada de salvación, ello me excito mucho. Le dije que no vivía lejos de allí, caminamos por algún rato, cruzando ayuntamiento hasta llegar a el salvador, la gente iba y venía loca, los cargadores empujaban a esa gente loca y quienes vendían refacciones usadas para todo tipo de consolas o computadores comían frutas que chorreaban por entre sus manos y bocas.
Llegamos finalmente a mi edificio, subimos los 3 pisos de escaleras, y llegamos un tanto exhaustos a la casa; de inmediato fui a la pc, la encendí, sin voltear a mirarla, le pregunte si quería tomar algo. Hasta entonces había pasado desapercibido el hecho de que desde la salida de la ciudadela, era la primera vez que volvíamos a hablar. Saque del refrigerador una cerveza, ella me pidió un refresco. La computadora no había cerrado correctamente la última vez que la había utilizado, así que llevo un buen tiempo. Ella estaba sentada sobre el sillón con ese mismo halo amarillo que tenía desde un principio, -voy a poner el acetato para que me digas si esa es la canción que buscas-, encendí el stereo, de entre una pila de discos que tenía a un costado del mueble de madera saque uno, lo desenfunde, y lo coloque sobre las apropiadas 33 rpm. Tercera pista, summertime, ella sonrió, -esa es otra versión diferente a la que recordaba, pero si, es esa, oye entonces que?, me vendes el disco?-, de decirle que si le vendería el disco, me daría el dinero y antes de 10 minutos estaría de nuevo recorriendo las escaleras del edificio cuesta abajo, -no te lo puedo vender, pero mejor te grabo el cd junto con otras versiones-, ella asintió complacida, -pero como vas a pasar esta del acetato al cd?-, -no hay bronca, esto mismo lo tengo en mp3s, solo habría que hacer un par de conversiones para que lo pudiese grabar y tu lo puedas escuchar en cualquier reproductor de compactos-.
La computadora ya había iniciado la sesión, el LP giraba sobre otra pista, el sol entraba sobre una de las ventanas golpeando la mesa , la mitad de la cerveza ahora estaba dentro de mí, y ella seguía sentada con las piernas juntas y sobre de ellas su pequeña mochila café.
Abrí la carpeta en la que se encontraban los archivos, después el Nex-Encode y comence a transformar los mp3s a .wav, lo cual fue relativamente rápido. Mi cerveza estaba vacía, ella se acerco a la pantalla para mirar lo que hacía, en el tocadiscos vibraba un mambo “is ain´t necessarily so”, se sentía un clima agradable con las ventanas abiertas y el montón de nubes allá arriba bloqueando al sol. Toco el turno del Easy creator para desplegarse en la pantalla, seleccione los tracks y a esperar 27 minutos gracias a mi impresionante quemador 2x.
-listo solo abra que esperar 30 minutos y ya esta-, -oye que bien-, ella aún bebía refresco de la lata y yo me encaminaba por otra cerveza, la destape y fui al tocadiscos de nueva cuenta, puse summertime (en una versión de un tal Edmundo Ros); realmente sonaba bien, la cerveza fría entraba por mi garganta, notaba como los ojos de aquella mujer me habrían estado observando desde hacia ya un largo rato. –oye a todo esto me llamo Laura-, -a mi me dicen astro- mientras decía esto levantaba mi mano como si estuviésemos saludándonos a 10 metros de distancia (aunque solo nos encontrábamos a escaso metro, metro y medio). –a que te dedicas astro?-, era curioso notar que enfatizaba la pregunta al arquear un poco la ceja. –Ahora estoy tratando de terminar una novela-, -o sea que eres escritor, que bien, y que escribes?-, di un sorbo a la botella y me recargue sobre mi sofá individual sentía que me veía a mi mismo en el monitor de una cámara al ser entrevistado, -bueno, pues escribo sobre la cd. y mi forma de “experiencearla”-, -oh-, -y tu?-, -bueno soy pedagoga y trabajo en una escuela de educación especial-, -oh-. Allí estábamos, no quería saber más al respecto, y por lo que percibía ella tampoco quería saber mas sobre lo que yo hacía.
Me asome a la pantalla 20 minutos quedaban en una sucesión lineal de tiempo, me asome por la ventana al escuchar que de nueva cuenta uno de los tinacos de la azotea se estaba regando, escuche que alguien estaba llorando detrás de mí; gire para observarla, ella tenía la cabeza agachada y las manos dentro de su cara, o más bien dentro de su cabello que cubría el rostro.
-te puedo ayudar?-, preguntaba mientras regresaba de nuevo a mi sofá individual después de haberle echado un ojo a la pantalla de nueva cuenta, -sabes quiero esa canción para dársela a mi abuelo que se esta muriendo-, agache la mirada un tanto incomodo por la declaración y un tanto sin saber bien a bien que chingaos hacer. (puta madre mire el reloj, ya son casi las 3, esperaba que no me contara todo su choro). En fin, pero ella seguía allí plantada en mi sillón llorando, y aún me seguía pareciendo un flamingo amarillo, ahora un flamingo llorón. Comenzó a platicarme sobre su abuelo, que era ya muy mayor, que tenía enfisema pulmonar, que todos en su casa estaban muy afectados por eso, etc. Se termino de grabar el CD, se termino el acetato, yo me termine mi cerveza y ella termino de llorar. Pero aún así seguimos platicando sobre nuestras vidas, lo conte que hacía muy poco tiempo me había quedado sin algo en que ocuparme realmente, que mi padre había muerto por un tumor cerebral que lo tuvo vegetando un año y medio. Escuchamos mis discos de country y gospel, mi refrigerador quedó vacío después de las 4 cervezas que había bebido y las 2 que ella se bebería junto conmigo para acompañar la platica. A fuera llovía bajo un cielo gris metálico, le mostré algunos de los poemas que había hecho. Dock Boggs cantaba “oh death” y se alcanzaba a escuchar la lámina que cubre el pasillo de allá afuera golpeada por los goterones. Nunca le pregunte si tenía que irse, salimos por un par de cervezas, abajo pequeños granizos golpeaban los locales y las paredes tapizadas por carteles de lucha libre, -te gusta la lucha libre?-, -no mucho, mas bien nunca he ido-, -como ves si vamos al rato?-, -estaría muy bien-, me hablaba debajo de una capa de plástico que le había prestado dentro del departamento. Regresamos y seguimos bebiendo, la muerte acechaba con un banjo en el hombro dentro de mi tocadiscos, Laura me pidió mi teléfono, mientras yo fui al baño y observe el pequeño moretón que tenía en la sien derecha, un ligero cabezazo del día anterior, eran pasadas las 6. Por momentos quería encontrarme con su cara y poderla besar, sentados con una cerveza al lado, escuchamos un poco mas de gospel y me pidió que la acompañase a dejar el CD, a la colonia obrera. Lo dejaría para irnos después a la arena en una noche de viernes en la Arena México. Salimos la lluvia había amainado un poco, el viento cortaba frío las copas de árboles enclenques y miserables, que al sacudirse salpicaban goterones a los transeúntes. Tomamos el metro San Juan de Letrán, dentro del metro seguíamos comiéndonos unas tortas que compramos en Uruguay; transbordamos en salto del agua y continuamos hasta el metro obrera. Cruzamos por debajo de las vías para salir del lado contrario, avanzamos por entre bares con mantas anunciando 2X1 en algunas cervezas, seguimos caminando; dimos vuelta en varias esquinas hasta llegar a una en la cual estaba un pacer azul estacionado frente a un edificio, entramos en él. Subimos dos pisos por entre las angostísimas escaleras, frente a una puerta saco unas llaves, abrió y yo me quede afuera recargado sobre una fría pared de fieltro verdoso. Me sentía lo suficientemente mareado para decidirme a sentarme, comencé a dormitar un poco.
Un disparo me despertó, enseguida me incorpore, la puerta aún seguía cerrada delante de mí. Nadie en los departamentos vecinos parecía preocupado en asomarse afuera de sus casa para echar un lente del porque del ruido.
Se abrió la puerta con el numero 24, la puerta ante la cual había estado dormitando; Laura asomo la cabeza, con el cabello sobre el rostro, solo alcanzaba a observar sus labios, -sería mejor que te fuese cuanto antes-, su timbre era apenas audible. Entro en el departamento, lanzando la puerta lentamente para que esta se cerrara, alcance a evitarlo, y me introduje en el pequeño departamento, mucho más pequeño de lo que me hubiese podido imaginar, con un vitral a uno de los costados atiborrado de figurillas de porcelana; una chavita (mucho más joven que Laura) estaba sentada en una pequeña silla en lo que se podía advertir debería ser el comedor. Era lo suficientemente parecida a Laura como para inferir que se trataba de su hermana menor, -todavía se podría ir-, su voz era en extremo quebradiza, tanto como un montón de pedazos de un elefante de vidrio soplado aplastado dentro de una bolsa de la comercial mexicana. Su cabello era mucho mas claro, sus facciones más finas, no podía mirar sus ojos. Avance sobre el linolium maltrecho debajo de mis pies. De frente solo había un par de puertas, una de ellas abierta. Entre por ella mientras mi latido cardiaco era una tabla kajuna golpeada con fuerza. Laura estaba frente a una cama, desnuda de la cintura hacia abajo, recargada frente a una copia enmarcada en madera clara del kiosko de Renoir. En la cama tirado un viejo desnudo, flácido con la apariencia de una guayaba podrida, con una sonda gasogastrica asomando de su nariz, goteando una sustancia café. En el brazo aún tenía una pequeña colt. Ella se acerco lentamente hasta él y le quito el arma, se sentó en el borde de la cama, yo seguía de pie mirando que el viejo tenía una erección.
Creo que no sabía exactamente donde debía mirar, atrás de mí una pared con varios resquebrajamientos y agujeros respiraba profundamente cuando vio al viejo soltar el arma. Se acomodo lentamente en su cama y Laura saco un pañal de una caja. El viejo se ladeo y Laura lo coloco por debajo suyo el pañal, lo coloco con cuidado y abrocho las cintas adhesivas alrededor suyo. Después el viejo tomo una sábana y se cubrió las piernas. Luego Laura comenzó a vestirse tan lentamente como una procesión parte un pueblo en dos en semana santa, quizá con la misma imagen penitente. Salimos de la habitación, el viejo comenzaba a quedarse dormido y los ojos se entrecerraban mirando a lo lejos una lata sabor cholate de ensure.
Laura se sentó en una de las sillas del comedor, mientras la hermana menor dibujaba sobre un volante de una pizzería, abrí el refrigerador y saque un yakult. Mientras me lo bebía sentado junto a su hermana sentí una de las mayores erecciones que jamás haya tenido y allí estaba Laura como un hermoso flamingo amarillo.



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